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lunes, 3 de febrero de 2014

De cómo Nueva York se convirtió en una metrópoli "INTELIGENTE"

Cuando Mike Flowers llegó a Nueva York en 2009 no sabía que acabaría liderando la campaña para convertir la "Gran Manzana" en una metrópoli "inteligente". 
Cinco años después asegura que la tecnología es el mejor arma de los alcaldes para mejorar la vida en sus ciudades.
Abogado de 44 años curtido en influyentes bufetes legales de Washington y el Senado estadounidense, Flowers, que acaba de dejar su cargo en Nueva York y vive ahora en Washington, viajó a Bagdad en el 2005 para trabajar en el juicio contra Sadam Husein.
"Necesitábamos desplazar a testigos en momentos en los que Bagdad era terriblemente peligrosa y dependíamos de las Fuerzas Armadas para garantizar su seguridad", explicó Flowers.
Fue entonces cuando descubrió que el ejército usaba técnicas predictivas basadas en modelos informáticos para determinar dónde y cuándo era previsible que estallasen bombas.
"Cuando llegué a Nueva York pensé que podríamos utilizar ese método para solucionar cualquier problema, ya fuese la recogida de basura o auditorías fiscales", afirmó.
"Tengo que reconocer que no sabía lo que era una ciudad inteligente. Simplementedescubrí una forma de solucionar problemas y la puse en práctica", señaló.
Su primer cometido fue utilizar el análisis de datos para combatir el crimen fiscal y predecir infracciones antes de que fuesen demasiado peligrosas.
En 2011 su misión se amplió, cuando el ahora ya exalcalde de Nueva York Michael Bloomberg le confió la tarea de utilizar el análisis de datos para mejorar la gestión de la ciudad.
Flowers recurrió a internet para contratar a un pequeño ejército de Sherlock Holmes digitales, jóvenes con enorme talento informático y estadístico a los que él se refiere como "los niños".
Unos cuantos ordenadores tradicionales y herramientas básicas para el análisis de datos como Excel fueron suficientes para atar cabos sueltos.
En 2012, por ejemplo, detectaron sin levantarse de la silla qué restaurantes arrojaban aceite de cocinar al alcantarillado público.
El método tradicional habría sido enviar a unos cuantos inspectores a restaurantes en barrios con desagües atascados con la esperanza de encontrar a empleados "in fraganti".

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