EL FENÓMENO DEL PAIS !

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martes, 4 de noviembre de 2014

Noches de acordeón con Banda Real

No hay duda de que la región Norte o Cibao es la tierra del merengue típico y sus intérpretes son profetas de éxito en su propio territorio y más allá.

Como cada viernes en Andy Ranch, al escenario sube Banda Real. A medianoche vence el “damas gratis” y los universitarios con carnet.
La seguridad del lugar revisa el mínimo cuerpo humano que quiera ingresar al recinto. A partir de esa hora van llegando los que repiten cada semana, los que reservan mesa frente al escenario, incluso aquellos que tomarán un vuelo de madrugada, cumpleañeros, las parejas de aniversario...

La banda también llega al filo del cambio de fecha. En la espera, los meseros llevan y traen bebidas, suena música variada.
Las dos pistas de baile también hacen yuca. 
Desde la mayoría de edad mínima hasta más allá promedio, circulan a partes iguales en el local ubicado a 20 minutos de la urbe santiaguera en la autopista Santiago-Navarrete. Si de vestimentas se trata, tampoco hay estándar: vestidos ajustados conviven con pantalones de largo variado, las camisas y camisetas en los hombres por igual.
12:29 a.m. Jean Carlos Sánchez inicia la presentación protocolar.
En el primer merengue, la pista secundaria se llena mientras la principal conserva espacio para que las parejas hagan figuras. Los que permanecen en las mesas graban con sus celulares.

Los hombres que están solos cabecean al ritmo.
Tras varios merengues derechos, al fondo del escenario, aún se verifica la nitidez del sonido.

Bericlito Espinal, manejador de Banda Real, no bajará de allí hasta que no se hagan los ajustes necesarios.
Los meseros siguen su repartición solicitada de vodka, whisky, cervezas, en alguna mesa florece una copa de vino. ¿Vino y típico? Sí señor. A mitad del primer set, empiezan los saludos de los integrantes del grupo, los chistes y comentarios que quienes son habituales cada semana pueden entender a la perfección.

Con “Quiero verla”, las pistas se llenan y los celulares vuelven a grabar. “La pobre Adela” hace estragos al igual que “Muchachos, esta noche me emborracho”.

Inicia el segundo set. 
“El bajadero” vuelve a llenar aún más las pistas. Los botao, las improvisaciones, la complicidad se incrementa mientras avanza la madrugada. La temperatura parece no subir, atenuada por los abanicos del techo, la proximidad de la piscina, y los remanentes de la lluvia temprana en el atardecer. Las sonrisas, el acompañamiento de voces y el cabeceo se mantienen hasta final, pasadas las 4:00 a.m. de la mañana.
EN VIVO CADA SEMANA
La mayoría de las bandas típicas tiene agenda apretada en las catorce provincias, sin discriminar escenario. También es frecuente que cuenten con una noche a la semana, fija, en alguno de los templos de este género: Montebar, Andy Ranch o Lovera Bar, en Santiago. A esta cita acuden los fanáticos de la agrupación, que disfrutan darse el lujo de bailar con sus músicos en vivo.

Típico a cielo abierto
Un lunes es normal que cualquier conjunto típico tenga fiesta en cualquier punto de la región, del país o durante sus giras al exterior. En éste, la convocatoria es por las fiestas patronales a San Rafael, en el municipio de Tamboril. La gratuidad del espacio abierto, a 20 minutos al este de la provincia santiaguera, motiva la presencia masiva del pueblo y sectores aledaños. La fama de la banda también seduce a la multitud.

La tarima patrocinada por Presidente ya acogió temprano a Richard Jay y su bachata. Pero la atracción de la noche es Banda Real. Ya otras agrupaciones típicas y artistas de otros géneros musicales han divertido al público en las noches anteriores, otras lo harán en el resto de las nueve noches. 

10:33 p.m. La gente ha llegado más temprano porque es una fiesta popular. Al lado del liceo Braulio Paulino en la avenida Presidente Vásquez, hay carpas de bebidas de los patrocinadores, carritos de comida rápida, puestos de artesanía y tatuajes temporales. Por igual dos entarimados VIP. 

Pero es en pleno asfalto que la multitud (adultos, adolescentes y hasta niños y niñas) ocupan un espacio para disfrutar de la noche festiva. A las once concluye la bachata y el cambio de instrumentos se realiza. El proceso es lento, pero la gente no se mueve. Al contrario, más personas van llegando y terminan de colmar toda la zona, sabiendo que ya se aproxima la intervención típica que esperan. 

Media hora más tarde, “Quiero verla” inaugura la tanda. Celulares grabando, muchos corean el tema, otras parejas bailan, no puede distinguirse la pista improvisada o la zona de mirones. 

UN SOLO SET INTENSO Y VARIADO
A cielo abierto, un solo set intenso es suficiente para calmar las ansiedades típicas. La presencia policial es notoria, al igual que la seguridad de la banda, tanto delante de tarima como detrás y al final de la calle cerrada para el evento. 

El repertorio, diseñado más con merengues modernos que ‘derechos’, hace explotar de alegría a la multitud, que no deja de grabar, corear, beber y bailar. “Muchachos, esta noche me emborracho”, suena a medianoche, y el público responde animoso como si no fuera ya martes.

Los saludos a los patrocinadores no se quedan, las autoridades civiles también reciben su cuota desde la tarima. 12:26 a.m. Y con la hija de Vicenta, se despide la agrupación.Nadie pide otra porque el hechizo se rompe: la jornada laboral empieza en 5 horas.  
 
Por:Daniela Cruz Gil  Periodista/Santiago

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